El ciclo de terror, corrupción y tragedia impulsado por las drogas en Colombia no terminó con la muerte de Pablo Escobar en 1993. Justo cuando los colombianos estaban listos para dejar atrás el legado asesino de los cárteles del país, se desarrolló un nuevo y sangriento capítulo. A fines de la década de 1990, los grupos paramilitares de derecha con estrechos vínculos con el negocio de la cocaína llevaron a cabo una campaña de expansión violenta, masacrando, violando y torturando a miles de personas.
Acá no ha habido muertos narra la angustiosa historia de tres colombianos comunes que arriesgaron todo para revelar la lucha entre la nueva mafia y gran parte del cuerpo militar y político del país: Jesús María Valle, un activista de derechos humanos asesinado por revelar un oscuro secreto; Iván Velásquez, un fiscal silencioso que tomó la causa de Valle y se convirtió en un héroe improbable; y Ricardo Calderón, un periodista obstinado que todavía está siendo blanco de sus revelaciones. Sus innovadoras investigaciones llevaron a prisión a un tercio del Congreso del país y alimentaron nuevas demandas de justicia y paz que los líderes de Colombia no podían ignorar. Llevando a los lectores de las sofocantes calles de Medellín donde los criminales fueron perseguidos, a través del campo donde los paramilitares destruyeron ciudades enteras, y en los corredores del palacio presidencial en Bogotá, Acá no ha habido muertos hace un inolvidable retrato de los hombres valientes y mujeres que se atrevieron a enfrentarse a la marea de avaricia, rabia y sed de sangre que amenazaba con devorar a su país.