En la segunda mitad del XVIII Europa comienza a cansarse del movimiento barroco que degenera en unas obras demasiado ornamentadas (rococó) y vuelve a concentrar su atención en el equilibrio renacentista, intentando resucitar otro estilo simple y reposado que vuelva a evocar la grandeza clásica. Este estilo llamado neoclásico se apodera del horizonte europeo y encuentra seguidores en todas sus naciones. El neoclásico es un estilo poco original pues intenta reproducir los modelos clásicos de un modo demasiado repetitivo.