La vaca Renata no come de día ni duerme de noche. Una idea le vueltas y más vueltas en la cabeza. Se la cuenta en secreto a su amiga, la vaca Paca...
-¡Ay, Renata, no vayas a meter la pata!- Le dice Paca. Hasta que una mañana llena de sol, Renata supo que las ganas eran más grandes que el miedo y se decidió. Lo miró todo, se puso una bolsa al hombro y partió.