Detrás del auge del ciclismo urbano, determinado por la necesidad de una movilidad sustentable y alternativa frente a los medios tradicionales de transporte, subyace un acto más primordial y no menos urgente: experimentar y gozar de un tipo de vivencia cercana a la meditación. En ese sentido, el zen parece haber sido especialmente diseñado para que el ciclista comprenda lo que ocurre en su cuerpo, en su mente y en ese ámbito de sí mismo donde no llegan las palabras. Entonces, algo tan sencillo como pedalear se vuelve otro viaje, una auténtica práctica de reencuentro con una naturaleza más íntima. Bici zen: un libro vital, sensible, y a la vez un manual que incluye ejercicios e instrucciones de uso para andar, pero también para dejarse llevar.