El día 6 de junio de 1968, en la cocina del Hotel Ambassador de Los Angeles, quedaron enterradas las esperanzas de millones de norteamericanos que creían en un mundo mejor. Un mundo diferente del que les había tocado vivir. De la mano de Robert Kennedy muchos ciudadanos volvieron a creer que un lugar de paz y tolerancia era posible. Algunos pocos sin embargo no estaban dispuestos a pagar el precio, querían mantener sus privilegios. Ni John Kennedy ni Martin Luther King ni Robert Kennedy pudieron con ellos.