Una bala calibre 22 tiene la fuerza suficiente para dejar a la Argentina paralizada. En una torre de Puerto Madero, es encontrado muerto Alberto Nisman, el fiscal del caso AMIA, horas antes de mostrarle al Congreso una denuncia contra la presidenta de los argentinos por un delito gravísimo. Parece un thriller, pero es una historia demasiado real. ¿Qué había detrás de esa bala que dejó al país en un estado de desamparo exasperante?
En Código Stiuso se muestra, como nunca antes, el mundo subterráneo del poder que se ejerce a través de las cloacas. Es un mundo de reglas no escritas e inconfesables, que se ejecutan desde la Secretaría de Inteligencia, el aparato de espionaje de la Presidencia. Un organismo a espaldas de los argentinos, pero fundamental para entender el país de las últimas décadas.
La SIDE es el secreto mejor guardado de la Nación. Desde allí se controla a los jueces, se extorsiona a opositores, se pinchan teléfonos de a miles y se intenta dominar a las minorías. También se investigan delitos complejos y se asiste al Poder Judicial. Pero el trabajo formal es la cobertura de lo otro: la persecución de los enemigos de turno.
Los "objetivos" de Inteligencia fueron cambiando, junto con el país, desde los años setenta hasta hoy. Hasta que Cristina le perdió confianza. Cuando descubrió que La Casa, como le dicen, ya no podía cubrirle las espaldas. Entonces decidió que tenía al enemigo adentro.
Los principales protagonistas de esta historia son los agentes. El Gordo Miguel, Alejandro Brousson, Fernando Pocino. Y el mejor y el peor de todos, Antonio Stiuso, el invisible Jaime. Hombres armados, que usan nombres supuestos, documentos falsos, que se mueven entre nosotros como sombras en la noche, que saben cómo borrar sus huellas. Las deslealtades, los negocios sucios y las ambiciones cruzadas de muchos de ellos explican el final sórdido de una historia que no podía terminar de otra manera.
Tato Young, uno de los mayores especialistas en este tema, ha escrito Y finalmente, el enigma.