Jimena tiene un plan: vivir tranquila sin salir demasiado de su zona segura, conseguir un trabajo relacionado con sus estudios y no implicarse con nadie a un nivel que no sea puramente físico.
El orden, la racionalidad, la dureza.
Bruno no tiene plan alguno, más que ser feliz con los pequeños placeres de la vida, pero sí muchos problemas que debe resolver mientras deja que sus pasos lo guíen.
El caos, la emotividad, la ternura.
Un piso. Un encuentro. El objetivo de una cámara. Un giro inesperado. El desequilibrio.
Y sucede.
Dos personas, aparentemente opuestas, que se cruzan y convergen cuando sus caminos no lo hacen.
Porque el amor no siempre llega en el momento indicado ni con la persona adecuada, pero no por ello desaparece.
Porque, aunque la vida nos haga elegir lo que más duele, todas las historias de amor del mundo se merecen un final.
«Siento que lo nuestro sea, pero que no pueda llegar a ser…»