«El Celta rozó la hazaña», se pudo leer en todas las crónicas deportivas. Si el roce hace el cariño, la hazaña debe de querer muchísimo al Celta porque llevamos décadas rozándola, acariciándola y haciéndole cosquillitas en el sofá. A la hazaña, estoy segura, le hemos provocado algún que otro orgasmo.