Un intenso diálogo con la naturaleza y una sugerente invitación a la meditación y al recogimiento interior.
He aquí el nuevo libro de un «riguroso maestro capaz de llevar la poesía hasta el terreno de la filosofía» (José Luis García Martín). Tras seis años de espera, Corteza de abedul culmina la trayectoria coherente e inquisitiva de Antonio Cabrera en pos de una poesía que mira y piensa a la vez. Estos poemas se acercan a los espacios abiertos y a la naturaleza en sus manifestaciones más concretas: una palmera solitaria, un insecto, unas hojas de arce, un guijarro, unos lirios amarillos, una duna... Su forma de contemplar es siempre sugestiva. Versos sobrios y precisos, con el tono de la meditación, conscientes de la proximidad y la distancia a la que el mundo exterior se sitúa. Sus palabras —que afectan tanto a la inteligencia como a la emoción— van levantando acta del afuera y se vuelven finalmente hacia el interior de quien observa y razona. No por casualidad el conjunto se cierra con un autorretrato del poeta.