La gran Tenochtitlan está en ruinas; la ciudad ha quedado desolada luego de que Cuauhtémoc, incapaz de aceptar su destino de prisionero y buscando evitar la tragedia que se cernía sobre su gente intentó librar la última batalla con la esperanza de conseguir lo imposible.
Ahora que la guerra ha terminado, Ocuilin, sirviente cercano al emperador azteca, relata fielmente los convulsos días de la caída del Quinto Sol ocultó para siempre el esplendor de su imperio.
Con esa novela, Pedro Ángel Palou ha conseguido contemplar, más allá de la derrota, el destino de un hombre y el hundimiento de uno de los más grandes imperios de la historia.