“Quería ladrarles. Ladrarles y ladrarles. Pero en realidad quería ladrarle al mundo entero. Unos ladridos que se escucharan en el orbe y que dejaran bien sentado su disgusto.” Cuando niño, Joaquín Riste era un soñador paranoico y resentido que escapaba por medio de la fantasía de su infancia oprimente en un monoblock del barrio de Flores. En su mundo imaginario, él era un dóberman y un showman que fascinaba al público y deslumbraba a las mujeres. Ya adulto, se convierte en chofer y mano derecha de un alto funcionario de la Cancillería. Corre el año 1994. En tiempos en que lo único que importa es el éxito a cualquier costo, Riste se despoja de su personalidad con tal de encajar en la sociedad. Internado en un psiquiátrico por una crisis nerviosa, recibe la visita de su jefe y el encargo de una delicada e inescrutable misión diplomática en Polonia. Una vez allí, su obsesión por los perros lo lleva a perseguir a cuantos encuentra vagabundeando por la ciudad. Pero, enamorado de una actriz polaca, Riste se obsesiona también con los comunistas, a los que ve por todos lados en flagrante confabulación… Dóberman es una ronda hipnótica por la mente de un hombre atormentado en un ambiente tan alienado como él. Con un estilo personal y certero, Gustavo Ferreyra construye una trama acuciante que borra los límites entre la realidad y la psicosis. Esta novela mereció el Premio Emecé 2010, por el voto unánime del jurado compuesto por Tununa Mercado, Fabián Casas y Martín Kohan.