Dalí, expulsado por Bretón del grupo surrealista por su fascinación por la figura de Hitler, se sitúa intencionalmente fuera del contexto vanguardista, fuera de los grupos y el colectivismo para imponer la idea antigua de genio. Pero frente a otros desertores, Dalí aparece como el desertor odioso, el traidor calculador e interesado que cambió la creatividad por el afán de alimentar su narcisismo y de amontonar dinero.
La renuncia vanguardista de Duchamp es diferente: no es expulsado de ningún grupo, simplemente no ingresa en ninguno, es un gesto anti-arte. Deja de trabajar o lo hace para un grupo reducido. No le interesa el mercado. Pero esta actitud de humildad esconde una altivez intelectual sin límites. ¿Quién es más narcisista de los dos? El autor de este libro hace un análisis de la obra de ambos deteniéndose en las etapas de proximidad así como en los distanciamientos.