«Llevaba un ritmo de frenesí, tacos altos y restaurantes de moda -dice Beatriz Goyoaga, coordinadora para Latinoamérica de El Arte de Vivir-. Para mí, los maestros espirituales se encontraban en las películas de artes marciales. Pero pude abrirme y cambiar, esperando algún día llegar a la meta. He guiado a presos, ministros, miembros de las FARC, terroristas, gente de la calle y científicos. Todos buscamos lo mismo: amor».
Beatriz Goyoaga lo tenía todo: una pareja a la que amaba, una profesión (el periodismo) que la llevó a viajar, literalmente, por todo el mundo. Fue corresponsal de guerra y estuvo en contacto con líderes de varios países y estrellas del espectáculo. De casualidad, asistió a uno de los primeros cursos que El Arte de Vivir, fundado por Sri Sri Ravi Shankar y recién instalado en la Argentina. Y allí confirmó lo que una astróloga le había anticipado cinco años antes: su misión en esta vida era otra.
«Llevaba un ritmo de frenesí, tacos altos y restaurantes de moda -dice Beatriz, hoy coordinadora para toda Latinoamérica de El Arte de Vivir-. Para mí, los maestros espirituales se encontraban solamente en las películas de artes marciales orientales. Pero pude abrirme y cambiar, esperando algún día alcanzar la meta. El Maestro es el hilo que te lleva al ovillo. Hace veintidós años que vengo comunicando los beneficios de la meditación y la respiración, que han dado un giro de 180 grados a mi vida. He guiado a presos y ministros; a miembros de las FARC y terroristas; a gente de la calle y a científicos. Todos buscamos lo mismo: amor».