Ejercicios tan serios como ingeniosos, explicaciones obsesivas, ejemplos delirantes y retorcidos, amor pasional y posesivo por su cuaderno, críticas al paso, humor involuntario, terror hacia el mundo exterior y alguna que otra sorpresa siniestra son parte constitutiva de este Diario de ejercicios que —no lo sabemos— quizás no garantice resultados en la salud y el estado físico, pero sí promete hacer al lector reírse sin causa aparente y preocuparse seriamente por el destino de su confundido autor.