Hasta ahora, todas las didácticas han sido focalizadas en el quehacer de los profesores, no de los estudiantes, y todas ellas crean jóvenes obedientes, responsables, y al mismo tiempo sin iniciativa, con pocas destrezas intelectuales y nada innovadores o creativos.
Educar para la libertad, por el contrario, propone una didáctica enfocada a hacer de nuestros estudiantes seres plenamente libres, autónomos y brillantes, la cual, como lo indica el psicólogo y pedagogo Miguel de Zubiría Samper, no presenta una teoría, ni un programa curricular, ni siquiera una cátedra. ¡Y no enseña! Es una didáctica para el aprendizaje, diferente de como sucede con prácticamente todos los enfoques propuestos, incluidas las innovadoras didácticas activas de principios del siglo XX.
Esta "didáctica para la libertad" es muy fácil de aplicar. Su gran doble virtud es que los estudiantes aprenden, mientras sus profesores dejan de enseñar, asumiendo labores formativas mucho más importantes que transmitir conocimientos, hoy adquiribles de en diferentes modalidades, superiores a la voz monótona y cansada del profesor industrial.