"Esta es la narración de un duelo íntimo; pero, además y sobre todo, la catarsis de una herida social(...) El testimonio literario de un humorista que luego de vivir "cosas que no se pueden tramitar con el humor" elaboró con la materia de su aflicción un universo cruzado por risas y ternura".
LUIS MIGUEL RIVAS
En El árbol de guayacán Dany Alejandro Hoyos nos narra con elocuencia cómo perdió a su abuelo por el covid-19, mientras nos va revelando anécdotas de su infancia en Ituango y episodios del pasado reciente de Colombia. Es un testimonio conmovedor y desgarrador en el que el autor expone diferentes etapas del duelo, y con gracia y humor nos deja ver una vulnerabilidad con la que más de uno se sentirá identificado.
La crítica ha dicho…
"Las raíces de este libro, como las del árbol del que toma su nombre, están ancladas a la tierray al pasado y de ambos toman la fuerza que lo sostienen. Escrita con la letra pegada con que la tristeza escribe sus líneas, dejando espacio apenas para el sollozo. Este texto de Alejandro nos entrega su memoria como escapatoria a la desolación que siente por la muerte de su adorado abuelo, evocando su infancia y el pasado conjunto que tuvieron en una tierra que, a pesar de estar sitiada por la violencia y el abandono estatal, mantiene intacta la belleza natural de sus esplendentes paisajes y la esperanza incólume de sus habitantes, que es la misma que lo lleva a revisar su historia para salvar la frase justa, el consejo sabio y el amor limpio de ese ser que perdió, y así conjurar su duelo, que se hace nuestro en su prosa franca, dejando un sedimento de ausencia que se transforma en camino y nos ayuda a entender que, aunque hicimos lo que pudimos y dijimos lo necesario, siempre nos faltarán palabras y acciones cuando nos enfrentemos a la implacable muerte de los seres que amamos, y que como escribió Francisco Luis Bernárdez "… lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado"". GILMER MESA
"Dany nos presenta una ópera prima con un modo de narrar singular, tocado por la agudeza de un observador que, al mismo tiempo, tiene la capacidad de explotar lo elemental de la vida para reírlo y hacerlo trascendente". ALONSO SALAZAR