Han pasado muchas cosas desde aquel momento ahora considerado pasado. Siento como si mil arrugas infinitas rodearan lo que queda de mi pecho.
Si lo ves a lo lejos es un pecho precioso, incluso atractivo a la vista, pero pocos se han acercado a la altura de sus surcos y abrazado la fragilidad que me embargaba.
Hoy, sin embargo, lo prefiero así, porque creo recordar que cuando era igual de hermoso por fuera como por dentro, todos podían acercarse y tomarlo, mas no cualquiera se animaría a dibujar flores donde hay heridas.