“¿Cómo me siento hoy?” es la pregunta que deberíamos hacernos cada mañana al levantarnos. Y no me refiero a nuestro estado físico. Cuántas veces atendemos los requerimientos de nuestro cuerpo… pero ¿y el alma? Ambos necesitan por igual de nuestro cuidado y atención.
El alma es nuestro mecanismo de control, regula cómo nos sentimos en cada una de las actividades que realizamos a diario; en ella se funden nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Es nuestro gran tesoro: guarda la historia de nuestra vida, todos los episodios que nos tuvieron como actores principales y que fueron dejando sus huellas en lo más profundo de nuestro ser.
Aunque es intangible, también tiene sus límites. Llega un punto en que las emociones negativas la desbordan. Cuando sientes en tu interior un peso que ya no puedes soportar, es el alma que te pide que actúes. Algo o mucho no está bien en nosotros cuando en forma reiterada sentimos que nuestra alma está herida, cuando no literalmente rota. Es necesario curarla.
Es tiempo. No puedes estar en guerra para siempre contigo mismo. Te invito a conocer las claves para entrar en sintonía con tu alma, amigarte y restaurar sus heridas.