Facundo Gómez Lara es un joven de familia acomodada, que en una tarde cualquiera conoce la cancha de Tigre. Deslumbrado por el mundo del fútbol, hará lo posible por volver a los tablones todos los fines de semana, y así comenzará su carrera como barrabrava.
Cuando llega el Mundial de Estados Unidos, buscará cumplir su único sueño: vivir el fútbol en las grandes ligas. Pero Facundo no ha pasado desapercibido y su excursión al escenario internacional será vigilada minuciosamente.
Piedra, palo, trompada, cintazo, sevillana, revólver.
El gusto de la adrenalina inundando la boca, las ganas de pelear, de destruir, de romper, de meter miedo. ¡VAMOOOOOO, CARAJOOOOOO! El vino barato, el perfume dulzón de la marihuana, el valor muscular que da la cocaína. El terror en la cara de los demás mientras se abren al paso para que los que llevan los trapos con los colores sagrados del club entren al santuario donde cada fin de semana se celebra la ceremonia violenta del fútbol en las canchas de toda la Argentina.
Pero Facundo Gómez Lara no es un barrabrava común. Aunque con desgano, va a la universidad, es hijo de un empresario poderoso y vive en un barrio acomodado. No ha pasado hambre, no roba para vivir, no conoce la cárcel ni la geografía intrincada de las villas en las que viven los otros barras. No tiene por qué negociar con los políticos como grupo de choque ni dividirse los negocios ilegales con que se financian sus compañeros. Y sin embargo, su talento para la pelea y su instinto violento lo han llevado a disputar la jefatura de la hinchada de Tigre, justo cuando el FBI está investigando a los barrabravas para impedir que desaten su guerra en el Mundial del Fútbol de los Estados Unidos...
En esta novela atrapante, Fernando González une sus enormes dotes de narrador con su oficio de periodista y desarma, como las piezas de un reloj, el alma de un violento. El resultado es esta radiografía implacable del fanático y del funcionamiento de las temidas barras del país como nunca nadie lo hizo.