La poesía de Álvaro Valverde es una defensa contra el viento furioso de la existencia.
En las casas patricias sicilianas había una habitación donde las familias nobles se guarecían mientras soplaba el temible siroco, impetuoso viento del sudeste que atraviesa el Mediterráneo procedente de los desiertos del norte de África. La stanza dello scirocco, en italiano, era un refugio que se puede interpretar también como metáfora de la poesía. Y de la vida, que es lo mismo. No en vano Leonardo Sciascia se preguntaba si ese cuarto no existía para «defenderse del pensamiento de la muerte». Luis Landero dejó dicho que los libros son «los mejores y más seguros escondrijos». La poesía puede servir de defensa contra el viento furioso de la existencia. Estos poemas querrían servir a sus lectores siquiera como precario cobijo ante la adversidad.