Dulanto nos trae una verdad tan vieja como el lenguaje: todo es literatura. O mejor dicho, para ser, todo tiene que ser contado, dar el salto de la simple percepción a la compleja narración. No importa si la historia nos la relató mamá, un spot publicitario o el propio Miguel de Cervantes. En rigor, bien puede el storytelling ser la mejor forma de hacernos reales. El Quijote representó la cancelación de una época y la inauguración de otra al mismo tiempo; de un modo de entender al hombre, la sociedad y sus valores por la vía de la ficción literaria, una tarea que ha acostumbrado ser obra de un puñado de locos iluminados. De eso hace más de cuatrocientos años, pero Carlos Dulanto nos recuerda en cada página, con emoción y brillo, que ese impulso está en nuestros genes, nuestro Gen Quijote, para ser más precisos.