Hola, me llamo Lola, tengo treinta y tres años, soy peluquera y sigo viviendo con mi madre. Mi vida podría parecer de lo más normal, pero mi mejor amiga, Cristina, está a punto de casarse y esto hace que empiece a preguntarme si el bicho raro soy yo.
Aunque me cueste mucho aceptarlo, sueño con independizarme, casarme y ser feliz, pero cada vez que se me acerca un buen chico, hago algo para que todo se acabe. A veces escapo sin despedirme, jamás les digo mi verdadero nombre, ni dónde trabajo y es la cuarta vez que he cambiado de número de teléfono.
¿Conseguiré algún día borrar la etiqueta de feliz soltera de oro?