Como todos los años, Bruno pasa sus vacaciones en la casa de su tía, en Cañuelas, aunque esta vez algo ha cambiado: sus padres se acaban de separar y él se siente muy solo; se enoja, se aburre, roba las ciruelas del vecino. Pero una tarde conoce a Marina, que también está sola y triste, y empieza a compartir con ella las siestas del verano, las ciruelas del vecino y, sobre todo, un misterio antiguo y olvidado que descubrirán juntos y que los ayudará a ver la vida de otra manera.