A partir de su práctica, dichas funciones no se inician con el célebre juego del carretel (fort/da), como en la concepción clásica. La importancia de este juego se ve reestructurada y remitida a operaciones aún más tempranas que permiten al bebé construir su cuerpo en el plano simbólico a través de un conjunto de "jugares" durante el primer año de vida. Posteriormente el adolescente retomará cada una de esas operaciones en su propio nivel de desarrollo psíquico y en una nueva dirección, que es lo esencial apunta a que el deseo inconsciente, eje del jugar, invista el campo del trabajo.