Conjurar la figura del padre es un reto milenario, que recorre consagradas páginas de la historia y de la literatura. En esta última, quién olvida las obras de Kafka, los Roth (tanto Philip como Joseph), Martin Amis, Hanif Kureishi o V. S. Naipaul sobre su venerado o cuestionado progenitor.
Y ahora será también difícil no recordar este libro desgarrador y verídico de Héctor Abad Faciolince, escrito con afecto pero con sangre.
Este libro es la reconstrucción amorosa, paciente y detallada de un personaje. A través de éste, es también el recuerdo de la barbarie de una época, de una ciudad, de unos rituales familiares, además de la evocación melancólica de la niñez y la iniciación en el mundo del propio narrador.
Está lleno de sonrisas y de amargura, canta el placer de vivir pero también muestra el rictus de tristeza y rabia que provoca el vil asesinato de este hermoso personaje, que no es otro que el padre del autor.