El perdón es el único alivio que te permitirá seguir adelante.
Ese alivio es la razón por la que hay que perdonar y, antes que nada, perdonarse. Debemos hacerlo nosotros como personas, porque el mundo no perdona (ni se perdona a sí mismo). Quien no sepa manejar el perdón en su propia vida difícilmente logre otorgárselo al otro. Quien perdona vive más y vive mejor.
Una vez que te perdonás por tu ignorancia, es hora de entender que todo es uno y que todos somos iguales al otro. Comprender eso debería elevarte a perdonar la ignorancia del otro. Hasta que no ahuyentes la ignorancia y el adormecimiento de la mente mundana, no vas a lograr perdonarte.
Solo cuando incorpores el concepto de unidad con la existencia vas a poder perdonarte y el resultado es sublime. Quien perdona libera un prisionero: a sí mismo.
Claudio María Dominguez