En El pincel y el cuchillo encontramos a un Felipe Polleri más habitado que nunca por sus divertidos y extravagantes demonios. ¿De qué sirve sufrir de personalidad múltiple si todas están resentidas con el mundo?, parece preguntarse el protagonista de estas falsas memorias: un artista desencantado, sarcástico y aguerrido, habituado a repasar, cuchillo en mano, los ambientes más ruines y los seres que han caído más bajo, a fin de encontrar los temas de su esperpéntica obra. Con el estilo que ha hecho de él un autor de culto instantáneo, Polleri demuestra que la novela puede ser el espejo roto que refleja las distintas almas de un mismo artista, siempre y cuando todas piensen en el contraataque.