Este es un ensayo y una propuesta y un recorrido por la vida de un profesor que decidió confiar en la educación para imaginar un país posible. Aquí no hay un vano ejercicio de optimismo, sino un pensamiento que enlaza el rigor de la lógica matemática con la capacidad para crear conexiones entre ciudadanos de carne y hueso. Hay coherencia y sentido común o, lo que es lo mismo, no hay soluciones fáciles ni demagogia.
El poder de la decencia es una defensa de principios individuales que pueden generar cambios colectivos, ideas que pasaron del papel a la exitosa gestión pública en Medellín y en Antioquia. Ante esa evidencia, lo natural es seguir: la política de Sergio Fajardo es cambiar la política.