Sentado ante la pantalla translúcida de Clouzot en "Le mystère Picasso" de 1955, Picasso pinta. Pinta y borra. Corrige y las formas se van metamorfoseando. Entonces es un gran maestro, rico y aclamado por todos, como siempre deseó ser. Pese a todo, a pesar del éxito y del cuidado a la hora de diseñar su propia imagen en el "proyecto Picasso", una duda última surge frente a este hombre ya mayor que aprendió casi todo del cine, del circo, del vaudeville..., una posibilidad de lectura más que, como siempre ocurre con Picasso, reta a nuestra audacia.