El PSOE del primer tercio del siglo XX, con su reivindicación de la socialización de los medios de producción, se transformó en un partido que aceptaba la democracia parlamentaria como medio y fin para aplicar políticas reformistas. Fue una nueva generación la que se hizo cargo de la estructura política del PSOE que permanecía en el exilio desde el final de la guerra civil en 1939 y el triunfo del franquismo hasta 1977. Y tuvo
que asimilar en muy poco tiempo los debates y las evoluciones ideológicas que la socialdemocracia había tenido desde la II Guerra Mundial para ejercer la acción de gobierno en la Europa Comunitaria.