Historia de la vida cotidiana de los habitantes de Buenos Aires a lo largo de 1928: qué podían oír, ver, leer, comentar, gozar, sufrir o hacer los porteños durante ese año, el último del gobierno de Marcelo T. de Alvear, que presidió el período más estable y próspero de la historia argentina y en el que se eligió al siguiente gobierno, el segundo de Hipólito Yrigoyen.
En Buenos Aires, 1928 empieza el 8 de enero con la muerte de Juan B. Justo, los treinta y siete grados de un verano bochornoso y el desgano general posterior a las Fiestas. El año seguirá con la campaña para elegir al sucesor de Marcelo T. de Alvear en la presidencia de la Nación (el "fogueo cívico", dice la prensa, que encuentra por ejemplo a Jorge Luis Borges al frente de un "Comité Yrigoyenista de Intelectuales Jóvenes") y con miles de porteños empujando sus sueños y cambiando la fisonomía de una ciudad que nunca volverá a ser la misma.
En 1928 nacen El Mundo -un diario enteramente nuevo, que tendrá a Roberto Arlt entre sus estrellas-, la revista popular La Canción Moderna -creación de un joven tycoon del negocio editorial y antesala de Radiolandia-, y el café Bonafide.
Al mismo tiempo se consolida la decadencia del Teatro de la Ópera y el ascenso del Colón, que a sus veinte años se deleita con la Pavlova, la Muzio y cuanta celebridad pueda traer.
Buenos Aires bulle: peatones, tranvías, automóviles y carritos atados a un caballo se atropellan por una Corrientes todavía tan desesperadamente angosta que no hay policía de mangas blancas que logre ordenarla, y que toma, en promedio, 9 minutos y 43 segundos para ser recorrida en auto desde Roque Sáenz Peña hasta Alem.
A más de cuarenta años de su pionero Buenos Aires: los huéspedes del 20, Francis Korn reconstruye la vida cotidiana de la ciudad durante el último año del gobierno que presidió el período más estable y próspero de la historia argentina.