Complemento del ya aparecido Nadie fue, Fuimos todos se centra en los años previos a la guerra de Malvinas (gobierno y violencia entre el 76 y el 80) y en todo lo que llevó a ella.
Nadie fue, el libro anterior de Juan B. Yofre, se convirtió en una de las grandes sorpresas editoriales de los últimos años. Sobre la base de fuentes privilegiadas, narraba el desarrollo histórico de la Argentina de los años 70 hasta la caída de Isabel Perón. Fuimos todos es la fascinante continuación de aquel éxito: retoma los avatares de nuestra historia desde el 24 de marzo de 1976 hasta la aventura militar de Malvinas -que llevó al fin del Proceso- y sus consecuencias. Yofre repite aquí su procedimiento periodístico, exhuma documentos, apuntes, informes, cartas, que ven la luz por primera vez. Hallazgos que muestran aspectos absolutamente desconocidos de un período de violencia y dan cuenta del enfrentamiento entre los argentinos, ya no solamente de las Fuerzas Armadas y las organizaciones terroristas sino también de las continuas luchas intestinas del propio régimen castrense. Un eslabón más en la historia de la decadencia política argentina. Exhaustivamente documentado, polémico, revelador, Fuimos todos expone los hechos, como dice el autor, "sine ira et cum studio", es decir, para que el lector saque sus propias conclusiones y con la honesta intención de evitar que se repitan los nefastos errores del pasado reciente.
El teniente general Jorge Rafael Videla asumió la presidencia de la Nación el 29 de marzo de 1976, luego de deponer cinco días antes a la presidenta constitucional María Estela Martínez Cartas de Perón, más conocida por su nombre artístico de "Isabel". Al poco tiempo, Videla comenzó a realizar visitas a ciudades del interior.
La foto lo muestra durante un viaje a la austral ciudad de Ushuaia, Tierra del Fuego, en el invierno de 1976. Como evidencia la instantánea, a pesar del rigor climático la gente se acercaba a saludarlo. Es más, si se pone atención se verá que un hombre salió de un lugar cerrado, sólo con un suéter, para estrechar su mano.
Es una foto atípica que muestra en pequeña escala el grado de aquiescencia del que gozó el gobierno del Proceso militar en sus primeros años de gran parte de la ciudadanía. Dos años más tarde, Videla debería salir al balcón de la Casa de Gobierno para saludar a la multitud que festejaba la victoria del Campeonato Mundial de Fútbol de 1978. Y lo mismo ocurrió en septiembre de 1979, cuando la selección juvenil de fútbol se consagró campeona mundial en Japón. Esta foto fue elegida por lo escasamente conocida. Y porque exhibe a un Videla en el que no aparecen rodeándolo custodias ni agentes de seguridad. Sólo simples ciudadanos con interés en saludar a su presidente.