Cuando Francisco Asís (Paco para los amigos) decidió escribir este extenso relato, tenía marcados en su mente un nombre —Fran, su hijo— y un color: el verde montaña de Cantabria. Sobre ambos escribe cada vez que habla de su viaje. Tanto se funden padre e hijo a la hora de la narración, que también se funden para los demás y nos traslada una imagen de Cantabria en dos colores que nunca existieron juntos en realidad, porque esa tierra es variada, indefinible; mucho más que montaña, mucho más que cielo.