Guillermo Roux en sus propias palabras reconstruye la luminosa trayectoria de uno de los grandes artistas plásticos argentinos, a partir del diálogo que sostuvo durante cuatro años con María Paula Zacharías, reconocida periodista de arte.
El relato comienza con su infancia en la década de 1930, cuando su padre –dibujante e ilustrador profesional– lo alentó a amar el oficio. A los 15 años Roux ingresó como dibujante a la editorial de Dante Quinterno; luego vivió varias vidas, viajando de Buenos Aires a Roma y de Jujuy a Nueva York, hasta tomar la decisión que marcaría un antes y un después: proclamarse artista de "tiempo completo" tras el encuentro con Franca Beer, su mujer y marchande, cuando ya tenía más de 40 años. Mientras se relatan sus andanzas y preocupaciones íntimas, asistimos también a la batalla cotidiana que entabla con los achaques de la vejez. El foco está puesto tanto en su carrera pública, que lo llevó a exponer en los mejores museos y galerías del mundo, a inaugurar y sostener su propia escuela-taller, como en las etapas menos conocidas de su vida: niñez y juventud, en las que toda su pintura se encuentra en germen. En la vejez, su arte alcanza una dimensión nueva. Son temas clave la vocación y la libertad. El arte lo atraviesa todo: "En la vida no hacemos lo que queremos sino lo que podemos, con nuestras virtudes y carencias".