El desierto del Este es un paisaje desolado, en el que ni una sola roca o arbusto interrumpe el horizonte, con una alfombra de roca volcánica negra, milenaria, intransitable hasta para los camellos y un calor tan intenso que en verano en la distancia aparecen espejismos. Si se explora con detenimiento, se descubrirán auténticos tesoros. En Azraq hay oasis, humedales repletos de juncos y de agradecidas aves migratorias. En Shaumari se puede ir de safari para ver al órice, que ha estado al borde de la extinción. Y repartida por la región se encuentran una serie de intrigantes ruinas de fuertes, pabellones de caza y caravasares (grandes posadas con un patio interior que ofrecían hospedaje y la posibilidad de comprar y vender mercancías), conocidas en su conjunto como "los castillos del desierto", a la espera de ser descubiertos por el viajero intrépido.
• Contemplar desde una caseta las aves de la Reserva de los Humedales de Azraq.
• Ir de safari por la Reserva Natural de Shaumari para avistar al órice de Arabia, cuyo estado de conservación poco a poco mejora.
• Admirar los atrevidos frescos en las termas del castillo de Qusayr Amra, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Incluye: Zarqa, Hallabat, Azraq, Qusayr Amra, Qasr Kharana, Carretera del desierto del Este, Umm Al Jimal, Qasr Deir Al Kahf, Sawafi, Burqu.