Su verdadero nombre era José Allu, pero pronto lo llamaron Kosallu, "corsario", porque no tardaron en ver en él al Mal en persona. Apareció un buen día, hace ya muchos años, en ese pequeño pueblo de la costa del que procedía su familia. Nunca se supo de dónde vino, ni a qué, ni cómo había sido su vida hasta entonces. Pero desde su llegada, todo cambió. Todavía hoy, nadie en el pueblo ha podido olvidar sus andanzas, ni nadie que lea este libro podrá olvidarlas. Y tampoco podrá borrar de su memoria su final.