«Todo el mundo vale para ganar una guerra, pero no todo el mundo está preparado para perderla». (Curzio Malaparte)
Dice Annie Ernaux en el último párrafo de Pura pasión que toda mujer debe vivir alguna en algún momento de su vida, aunque la pasión no se escoge, sucede y rompe las costuras de nuestro propio yo. De esa ola que se levanta y arrasa con todo, de la imposibilidad de tender puentes cuando ya estamos cargados de pasado, de la claustrofobia que provoca el desamor y de las ventanas que finalmente se abren, va esta novela.
La protagonista y narradora es una mujer madura, madre separada casi en la cincuentena y libre en su sexualidad, en sus actitudes y en sus afectos que viaja a Venecia con su madre e intenta reconstruirse y reconstruir su historia de amor —ya terminada— con un hombre casado y lo hace "escribiéndole" a la única persona que estaba allí: él. Él, en realidad es un espejismo, un sueño imposible y real como la propia Venecia que la autora despliega, oscura e invernal, siempre incierta.
Con claridad y desnudez, muestra las tripas del enamoramiento, las contradicciones imposibles de las relaciones y la oscuridad que acompaña siempre a los amantes, condenados a ver solo una cara de la luna.
Esa búsqueda de sentido y esa imposibilidad de encontrarlo, es esta historia de amor, un amor que muerde y que está desde el inicio condenado a morir, como Venecia y la belleza.
Pero más adelante, hay más, como dicen quienes ya la han leído:
«En esta novela nos habla una mujer de verdad, una mujer de carne y hueso, de la que el lector se enamora, una mujer deseando amar. A mí me ha encantado y seducido Mercedes Corbillón. El amor sigue siendo importante. El amor y el desamor han vuelto. Esta novela es maravillosa».
Manuel Vilas
«Esta novela es una disección inteligente y madura sobre la pasión amorosa, una historia sutil, muy bien narrada, con la que se sentirán identificadas muchas mujeres... y muchos hombres también. Tiene una narrativa poderosa, que te arrastra sin quererlo por todos los vericuetos del amor y el desamor, donde no hay ni héroes ni villanos, ni verdugos ni víctimas, solo el deseo, deseo de sexo, deseo de cariño, deseo de futuro. Me parece imposible que sea una primera novela, estamos ante una voz llena de fuerza y originalidad, moderna y valiente, que habla con naturalidad e inteligencia de los sentimientos más profundos y escondidos de la condición humana».
Pilar Eyre
«Tenía que ocurrir. No se puede vivir rodeada de libros impunemente. Era inevitable que, antes o después, Mercedes Corbillón rompiera el cristal del escaparate de Cronopios, su maravillosa librería, y se lanzara a escribir tumba abierta. Lo hace con un debut extraordinario, La belleza debe morir, una historia de amor encarnizada -como si acaso pudiera haber otras- desgarrada y desenfadada al mismo tiempo, profunda y evanescente, desinhibida, mortal, erótica, imposible, despiadada, estrictamente íntima y universal hasta confirmar el viejo aforismo de "Quien no se ha enamorado de la persona equivocada, es que no se ha enamorado"… De fondo, Santiago y Venecia, dos ciudades de piedra que son algo más que un decorado. Una novela hecha también de amor a la lectura en la que palpita la profundidad introspectiva de Annie Ernaux y la levedad burbujeante de Milena Busquets, con una prosa tan certera que no deja prisioneros, como debe ser. Ya lo escribió el poeta Joan Margarit y la autora se encarga de recordarnos: "Nunca debes deshacerte de las cartas de amor porque algún día serán la única literatura que tengas».
Susana Fortes
«Una hermosa carta de amor y desamor. Una balada sobre los amores clandestinos».
Ignacio Martínez de Pisón
«Era necesario hablar así del amor, desde el clímax y la devastación, desde la carne y el intelecto, desde el sexo y la poesía. Imprescindible».