Una deslazada y ondulosa cabellera de mujer ha sido, secularmente,
un elemento de enorme admiración y, asimismo, de capacidad turbadora en los mitos eróticos de la sociedad masculina, un agente fetichista
incitador de secretas fantasías en su imaginación, que se manifiestan
tanto en la literatura como en el arte. Sin embargo, aquella "corona real
de la femineidad", como la calificó Paracelso, ha encontrado condenas y restricciones morales y religiosas en muchos periodos de la historia. A pesar de ello, el pelo, su adorno, cuidados y belleza, ha inspirado
a multitud de poetas, literatos y pintores, como recogen las páginas
de este libro. Desde Ovidio al caballero Brantôme, hasta los modernistas, su glosa ha sido una constante en los campos de la sensibilidad artística.