Artemio de Valle-Arizpe nos narró en su ensayo Conversaciones con Victoriano Salado Álvarez lo que fueron las reuniones de sor Juana Inés de la Cruz. Don Artemio nos comenta que en fragante locutorio de San Jerónimo, la melodiosa Sor Juana Inés de la Cruz tenía todas las tardes, antes de vísperas, animadas reuniones con las personas de más pro en la ciudad, damas y caballeros, y con los mismos virreyes, que con su joyante séquito de cortesanos, iban a embelesarse con las palabras de esa monja […] "en toda ciencia superlativa," con la que les tenía ocupados los sentidos y enhechizados la imaginación a todo el mundo.