La lucha en las internas del Partido Demócrata hizo que las elecciones de 2008 fueran bastante más interesantes que las anteriores. La prensa se entusiasmó con el “primer candidato negro”, Barack Obama y su lucha contra “la primera mujer” Hillary Clinton. Ambos demostraban que lo peor del racismo y la discriminación había quedado atrás, ambos reafirmaban que Estados Unidos es “la tierra de la gran promesa”. Como es habitual, todos se equivocaron.