“La República Argentina no es tal. Vivimos en un sistema tan degradado social e institucionalmente que corremos el riesgo de instalarnos por largo tiempo en una vida de corrupción económica, política, institucional y social sin limites, de violencia creciente e impunidad total. Desde que se recuperó la democracia hemos atravesado varias crisis económicas y sociales; la más grave, gravísima, en 2001. De cada crisis el país ha salido, si así puede decirse, más deteriorado política, institucional y socialmente, en una deriva imparable hacia la aceptación y práctica general del comportamiento mafioso. Hacia un destino de Gran País Bananero.” Carlos Gabetta, reconocido director de Le Monde diplomatique en su edición del Cono Sur, reseña en este libro la recurrente frustración argentina, resultado del histórico, estéril enfrentamiento entre liberales y nacionalistas. Aborda también el populismo, que ha acabado por cristalizar en el conjunto de la clase dirigente “como la expresión política de la cultura en sentido antropológico; de la manera de ser y estar en el mundo de la mayoría de los argentinos”. Luego de analizar la crisis mundial, sustenta su reflexión sobre el presente argentino en los valiosos testimonios de, entre otros, el presidente de la Auditoría General de la Nación Leandro Despouy, para advertir que el cambio de cantidad en la corrupción, la violencia y la impunidad supone un cambio de calidad. Gabetta apela a que los ciudadanos conozcan, respeten y hagan respetar sus deberes y derechos para construir una república: un sistema político maduro, dotado de instituciones fuertes, reflejo de una construcción política y social diferente y de la lucha vital por la cultura. Desde La encrucijada argentina destaca que una democracia digna de ese nombre es, en el mundo actual, el espacio y el requisito de las transformaciones estructurales necesarias para sacar al país del atraso. El país está ante otra oportunidad, nos dice Gabetta, pero antes la sociedad argentina debe vencer a sus propios demonios.