Una novela que es también un diario de duelo: el deambular de un hombre (padre, exmarido, terapeuta, hijo y hermano) por los márgenes de una pérdida, los estragos del dolor que produce una muerte antes de lo esperable.
Casi todas las tardes, en el living de su casa, un terapeuta recibe chicos y padres con un diagnóstico a cuestas, son seres dominados por una emoción o por ninguna, aturdidos por una idea repetitiva, un miedo ilógico, mágico, imposible y a la vez real, como el miedo. Pequeñas rara avis que precisan subir el volumen hasta ensordecer para estar tranquilos, se golpean la cabeza, se miran al espejo desconcertados, están adheridos a sus fijaciones, a la repetición de acciones y palabras, obsesionados con una banda o los goles de un equipo de fútbol.
Mientras tanto, la mente del terapeuta no siempre está donde se espera. Cuando se cierra la puerta y los pacientes se alejan, hace el recorrido inverso y en un ejercicio de memoria desordenado, a veces con forma de escape, casi siempre como consuelo, bucea hacia la noche propia.
Con realismo, sobriedad y sin pudor, Sebastián García Uldry escribió una novela que es también un diario de duelo: ata los hilos que unen el pasado con el presente y lo llevan al futuro, los cruza, los desata, se pregunta por la distancia que separa a los vivos de los muertos y a los vivos de los vivos.
Es el deambular de un hombre (padre, exmarido, terapeuta, hijo y hermano) por los márgenes de una pérdida, los estragos del dolor que produce una muerte antes de lo esperable.
La crítica ha dicho...
«¿Qué pasa cuando la vida nos arrastra sin preguntarnos dónde queremos ir? En esta novela sutil y poderosa, Sebastián García Uldry narra una familia tan unida como separada por el silencio que rodea una tragedia, y del dolor extrae una belleza calma, luminosa, que se queda brillando en nosotros, como todos, a la espera del auxilio».
Federico Falco
«Los grandes escritores narran la tragedia sin solemnidad. García Uldry se gana un lugar en esa casta de seres con el alma grande (magnánimo) que han vivido el dolor en la carne, y que después, con paciencia y maestría, como si hablara en voz baja, lo clavan en la página».
Pablo Ottonello