Durante mucho tiempo en la civilización occidental predominó la cultura de la guerra en cuanto
a las normas, hechos y representaciones. El autor de este libro defiende, sin embargo, que en Occidente ha ido prevaleciendo desde hace
un siglo la cultura de la paz. Hoy, muy pocos argumentan que la mejor forma de solventar un conflicto internacional sea a través de la guerra, pero no ocurría así en otros tiempos: no solo era esta una vía de solución, sino la mejor de las posibles, la más admirada social y culturalmente. Este inmenso cambio se ha debido a muchos factores, pero uno de los más importantes es la experiencia cultural acumulada de siglos que nos ha hecho ver que la guerra es esencialmente destructiva y cruel, independientemente de las razones que se pudieran tener para llegar a ella.
Este libro expone los acontecimientos más importantes que han hecho posible este decisivo acercamiento progresivo y todavía incompleto a la paz, incidiendo en las herramientas culturales que lo han motivado, y, sobre todo, con el ánimo de intentar mantener alejado el fantasma de la guerra.