Una nueva interpretación de algunos de los episodios más relevantes de nuestra historia
«Escribir historia —según Sebastian Haffner— es a la vez una ciencia y un arte. Una ciencia porque se trata de descubrir los más variados materiales sobre el acaecer de hombres y países en el pasado. Un arte, porque hay que extraer de ese cúmulo de datos aquellos realmente decisivos sobre lo que ocurrió, obviando el resto. Una labor que tiene mucho de criminología: aclarar hechos cuyos autores tenían el mayor interés en que no se aclarasen».
Muchas veces damos por «verdades universales» los episodios de la historia de España que hemos aprendido y estudiado sin plantearnos ninguna duda sobre lo que transmiten. ¿Hasta dónde llegó realmente la romanización de Hispania? ¿Se puede llamar «Reconquista» a un proceso que duró ocho siglos? El Imperio español, ¿no impidió la consolidación y el fortalecimiento del recién creado Reino de España? La Guerra de la Independencia, ¿fue solo una guerra contra los invasores franceses o también contra las ideas francesas, además de una guerra por la hegemonía europea? La guerra de 1936-1939, ¿fue el anticipo de la Segunda Guerra Mundial o la prolongación de las guerras civiles y religiosas que sufrió España en el siglo XIX?
En un momento en que España finalmente había conseguido lo que la mayoría de los españoles veníamos deseando desde hace siglos —estar anclados en Europa, alcanzar el nivel de país desarrollado, tener una democracia que articulase la unidad con la pluralidad—, todo ello resulta cuestionado. José María Carrascal vuelve la vista atrás en busca de las claves que impiden a este viejo país estar en paz consigo mismo. Para encontrarse con que el problema somos nosotros, los españoles.