El siglo XVIII coincide con la gran explosión cultural europea que se conoce habitualmente como Ilustración, y cuyo corazón reside indudablemente en Francia. La Ilustración es un fenómeno cultural de corte político y literario, pero también se proyecta con cierta originalidad en las artes plásticas, sobre todo en las de su potencia fundamental -Francia- y en algunos otros pueblos que aprovechan la ocasión para luchar por su libertad política y cultural en general.