Durante veinte años Damián Huergo siguió los pasos de su hermano mayor. Los rituales de la noche, el culto al rock y la amistad constituían el mundo privado de Sebastián. Pero su adicción a la cocaína, desde los quince años, rompió la concepción de familia hasta entonces conocida en la casa de su infancia. Como un detective, Huergo ha buscado descifrar el enigma que forma ese hermano caminando sin rumbo, encerrado en el altillo, perdido en la noche, involucrado en robos y peleas e internado en una granja de rehabilitación.
El narrador de esta novela punzante y precisa se acerca y toma distancia para preguntarse qué posible hermandad se puede construir. Sin melodramas ni golpes bajos, con una tensión emotiva que transita los distintos efectos que sobrelleva la familia de una persona adicta, Huergo logra una historia personal y dolorosa pero también honesta y tierna sobre la hermandad, las adicciones y los riesgos de crecer sin ley.