"Éramos lindas y divertidas, chicas de buenas familias que solo querían pasarla bien un rato antes de casarse para toda la vida y tener un montón de hijitos, cuanto más rubios mejor".
Paulette es una señora de alta alcurnia o "GCU" (gente como uno) que pisa los sesenta años. Divorciada de un marido "de toda la vida" que la abandonó para casarse con una mujer más joven, dolorida y sola por primera vez, decide un día bajarse de la calesita de alcohol y pastillas que la mantiene en vacilante funcionamiento.
Con un hijo internado por sobredosis, otro acusado de violencia de género y una hija que casi no le habla, intenta salir adelante con la ayuda de Alcóholicos Anónimos y una buena cuota de sexo que, para su sorpresa, se le ofrece a cada paso sin gran esfuerzo de su parte. Poco a poco va recuperando algo de control y de distancia para contemplar los considerables problemas que la asedian. Frente a sus ojos se despliega la posibilidad tardía de una vida nueva, menos protegida aunque más libre y verdadera. Pero para abrazarla, Paulette tendrá que romper la fosilizada capa de prejuicios que, desde la cuna, recubre su forma de verse a sí misma y a los demás.
La mamá de Johnny es un retrato ácido y a la vez compasivo de una clase social poco frecuentada por la literatura argentina contemporánea. Después de la celebrada Merca, esta nueva novela de Loyds –que podría verse como una secuela de aquella o como un libro en espejo— bucea en ese mundo regido por las apariencias y los mandatos con implacable lucidez y un fino poder de observación, intercalados con altísimas dosis de sarcasmo y humor negro.