La síntesis de la pasada elección en el Estado de México quedó plasmada en una imagen: decenas de cabezas de cerdo afuera de las casas de campaña del rival. Así se ejerce la política en una de las zonas más violentas del país, donde el Grupo Atlacomulco hizo alarde de recursos económicos y prácticas clientelares para perpetuarse en el poder. Y es aquí, en territorio mexiquense, donde los habitantes se han resignado a vivir en la inseguridad, a jugársela en traslados diarios de tres horas a sus centros de trabajo mientras sus funcionarios despachan desde las alturas en imponentes helicópteros. Quien diga que la frontera interior en México es la que divide a la riqueza de la pobreza, no ha reparado en este lugar, donde la verdadera zanja separa a gobernantes y gobernados.
En este contexto, el periodista Humberto Padgett presenta una investigación que retrata las condiciones de desigualdad social, inseguridad, corrupción, narcotráfico y secuestro en la entidad. Su trabajo permite entender cómo los nexos con el crimen organizado han permitido a una clase política insensible y a sus huestes burocráticas, amasar fortunas y feudos de impunidad en un modelo que se extiende, lamentablemente, a todos los rincones del país.
[Padgett] muestra un profundo conocimiento acerca de las redes de poder y la extorsión institucionalizada en el Estado de México.
Acta del jurado del premio Walter Reuter, presidido por Carmen Aristegui
[A Padgett] le ha tocado vivir el tiempo en el que la miseria, la marginación, el narcotráfico y el crimen organizado se han adueñado de toda una generación en su país.
Rosario G. Gómez, El País