Kylie arrojó con tanta fuerza su boomerang, desvió y se elevó hasta donde la playa se pierden y
nacen los árboles. El boomerang tocó un eucaliptus y sonó un sonido musical. El niño lo recogió y comenzó a golpetear el tronco. Mientras lo hacía, se escuchaban hermosas melodías, así que el niño pensó: “La naturaleza quiere hablar”.