Movido por el dramático fin de su amigo Yukio Mishima, el orientalista y traductor Ivan Morris (1925-1976) abordó en "La nobleza del fracaso" una hermosa e interesante exploración de un rasgo hondamente arraigado en el carácter japonés chocante para los occidentales, regidos por un feroz pragmatismo y por la exaltación del "ganador": la simpatía y el reconocimiento por los perdedores valerosos que anteponen su vida a la traición de sus convicciones e ideales. Así, y como una especie de reverso de su maravillosa recreación del universo de Genji en "El mundo del Príncipe Resplandeciente", Morris pasa revista en esta obra a la vida de nueve de estos héroes trágicos (desde la del mítico y solitario príncipe Yamato Takeru, del siglo IV, a la del carismático Saigo Takamori, cuya memoria llegó hasta nosotros vía Hollywood como "El último samurái"), para acabar con un último capítulo dedicado a los kamikazes que en la Segunda Guerra Mundial se inmolaron arrojándose contra los buques norteamericanos.